turcos otomanos
El origen de los turcos otomanos se puede encontrar en las estepas de Asia Central, en el Turkestán, en una etnia dedicada a la ganadería trashumante, en especial de caballos, y al comercio, con prácticas seminómadas. Los turcos pronto se relacionan con las culturas musulmanas de su entorno, entablan con ellas relaciones comerciales y adoptan el islam en su rama suní. Este contacto se podría deber a la ruta de la seda, pues los mercaderes musulmanes seguramente transitarían por los territorios donde habitaban los otomanos. Las primeras entradas de tribus turcas en la región que posteriormente sería el Imperio otomano se producen en el ámbito militar, cuando los ejércitos del Califato abasí necesitaron soldados para las luchas internas y contra los cristianos y bizantinos durante el siglo IX. Por ello, recurrieron a los territorios fronterizos reclutando a la población. Dentro del Califato abasí ya puede apreciarse cómo los turcos van escalando posiciones en el ejército y la administración.
La lenta penetración de tribus turcas en esta zona se realizó de dos maneras: mediante la progresiva ocupación del territorio por parte de los grupos tribales y mediante la lucha contra el Imperio bizantino, que había dominado esta región durante mucho tiempo y al que anularon militarmente.
La ocupación de Anatolia por los turcos puede tener su origen en la batalla de Manzikert en 1071, cuando los turcos, al servicio de los selyúcidas, derrotaron al ejército bizantino del emperador Romano IV Diógenes. Esto permitió que los selyúcidas crearan un vasto sultanato que abarcaba Irak e Irán. Hacia 1243, una invasión mongola al mando de Batu, el jan de la Horda de Oro, deja hecho añicos dicho sultanato, el cual había sobrevivido a las luchas internas, a los bizantinos, a la Primera Cruzada y a sus vecinos sirios, los zanguíes y ayyubíes; siendo la soberanía mongola la que lo reemplaza. Sin embargo, a esta invasión aún sobreviven pequeñas porciones de territorio que se convierten en una especie de principados autónomos. De todos estos, hay que destacar el sultanato de Rüm, cuya capital ya estaba en Turquía, pues era la ciudad de Konya.
Uno de esos principados —al que podríamos llamar su primer Estado otomano—, pequeño e insignificante, era donde habitaban los turcos; el cual había sido cedido por el sultán selyúcida antes de la invasión mongola al primer miembro dinástico de los otomanos, Ertuğrul. Este territorio tenía por capital la ciudad de Söğüt. Ertuğrul muere en 1290, dando paso a la sucesión de Osmán I ("Uthman", عُثمَان, en turco), nombre del cual deriva la denominación de otomanos o dinastía osmanlí. Con Osmán I empieza la expansión territorial de los turcos con la finalidad de crear un imperio que duraría casi siete siglos.