selyúcidas



Los selyúcidas, selchucos o selyuquíes fueron una dinastía turca oğuz que reinó en los actuales Irán e Irak, así como en Asia menor entre mediados del siglo XI y finales del siglo XIII. Llegaron a Anatolia procedentes del Asia Central a finales del siglo X, causando estragos en los pueblos bizantinos y árabes, que acabaron con el Califato abasí y debilitaron considerablemente al Imperio bizantino con su empuje religioso hacia Occidente.​ Los turcos selyúcidas son considerados como los antepasados directos de los turcos sudoccidentales, los habitantes actuales de Turquía, Gagauzia, Azerbaiyán y Turkmenistán. Los selyúcidas desempeñaron un papel principal en la historia medieval creando una barrera para Europa contra los invasores mongoles del este, defendiendo el mundo islámico contra las cruzadas de Europa y conquistando grandes extensiones del Imperio bizantino, que prácticamente desmantelaron, siendo sus sucesores, los turcos osmanlíes, quienes asestaron el golpe de gracia. 

Eran en origen un clan de la tribu turca oghuz de los Kınık, asentada al norte del mar de Aral.​ En el siglo X se convirtieron al islam y migraron hacia el sur dirigidos por un jefe llamado Selyuq ibn Duqaq o Selchuk, del que procede el nombre de la dinastía. Selyuq se instaló en el curso inferior del Sir-Daria, desde donde hicieron incursiones al Irán oriental. A la muerte de Selyuq, su hijo Isrâîl prosiguió el avance al sur, chocando con el ságran sultán Mahmûd, de la dinastía de los gaznavíes, el cual contuvo el avance selyúcida derrotando y haciendo prisionero a Isrâîl. Igualmente, Mahmûd los contuvo, pero no los aniquiló, y a su muerte (1030), aprovechando la crisis sucesoria de los gaznavíes, los nómadas selyúcidas reanudaron su avance con más fuerza. 

La dinastía selyúcida en 1092, su periodo de mayor expansión. 

Dotados de gran fuerza militar, conquistaron el Jorasán, región del Irán oriental gobernada por los gaznavíes, a partir de la cual extendieron su poderío militar sobre otras regiones. El débil sucesor de Mahmūd, su hijo Masûd, intentó detenerlo, pero su ejército, que durante el gobierno de su padre había sido una poderosa fuerza de ataque contra los rajás del norte de la India, se había vuelto lento y pesado frente a la eficaz fuerza de jinetes-arqueros turcomanos. 

En 1038, el nieto de Selyuq, Toğrül o Tugril, se proclamó emir de Nishapur. En 1040, Toğrül venció en la batalla de Dandanaqan al sultán gaznaví Masûd, el cual huyó a la India (luego de esta contienda, los gaznavíes se recluyeron en las montañas afganas y el Panyab). En 1055, Toğrül tomó Bagdad, liberando al califa abasí de la presión de la dinastía chií de los búyidas, a la que sustituyó como gobernante efectivo. Toğrül recibió los títulos de sultán y de rey de Oriente y Occidente.​ Toğrül fue sucedido por su sobrino Alp Arslan (1063–1072), que fue el verdadero fundador del Imperio selyúcida, con capital en Rayy (actual Teherán). Alp Arslan conquistó Alepo (1070), Armenia y comenzó las incursiones a los territorios orientales del Imperio bizantino. En 1071, venció a las tropas del emperador bizantino Romano IV Diógenes (el cual cayó prisionero) en la batalla de Mantzikert, que dio inicio al poder turcomano en Anatolia (que desembocaría siglos más tarde en el Imperio otomano y en Turquía). 

Los gobernantes de las regiones conquistadas a Bizancio constituirían desde ese momento una rama aparte de la dinastía llamada Selyúcida de Rum, y su territorio se llamaría Sultanato de Rüm (Rum –"romano", en lengua árabe– era el nombre con el que los musulmanes designaban en general a los bizantinos y a su territorio). El apogeo del imperio se produjo durante el reinado de su hijo y sucesor Malik Shah (1072–1092), gracias en parte al poder ejercido por el visir iraní Nizam al-Mulk, auténtico genio político y militar de la época. 

Los selyúcidas se iranizaron desde los primeros momentos de su imperio, adoptando el persa como lengua oficial, con lo que muchos de los dirigentes eran persas. Malik Shah gobernó sobre Transoxiana, Kermán, Jerusalén, Damasco y Asia Menor. Los sultanes disponían de un poderoso ejército y una ordenada administración civil (presidida por el diván) y de gran número de funcionarios autóctonos o mamelucos. A través de las fundaciones escolares (madrasas) garantizaban la renovación del sunnismo. 

La consideración del Estado turco como patrimonio familiar llevó al sultán a distribuir provincias, provocando el desmembramiento del Imperio en múltiples sultanatos menores, como los de Kermán (1041–1186), Irak (1118–1194), Siria 1078–1117), que se debilitaron con rapidez. Al morir el sultán, estalló una guerra civil que acabaría con el imperio. Jorasán fue la primera región en librarse del poder turco tras una revuelta, mientras que los atabegs o gobernadores locales o regentes de los sultanes se convertían en soberanos de hecho de Irán, Irak, Siria y la región de Yazira.

En Siria y la zona de Kermán (Irán) surgieron varios reinos efímeros a los que tuvo que enfrentarse el moribundo Estado selyuco. El último sultán de la dinastía fue Toğrül II (1176–1194), que murió guerreando contra los gobernantes independientes de la región de Corasmia. 

Turcos selyúcidas del Sultanato de Rüm 

El territorio que mantuvo su identidad y que prevalecería durante varias décadas fue el del sultanato de Rüm (1081–1302). Fundado por Suleiman ibn Kutalmish, bajo la égida del Imperio bizantino para el que sus tropas combatían como mercenarias, este sultanato se asentó en Anatolia y se expandió por Mesopotamia y Armenia, llegando a aunar bajo su dominio a pueblos cristianos: griegos, sirios y armenios. Conoció su etapa de esplendor bajo el reinado de Kaikubad I (1221–1237). Disponía de un puerto en el Mediterráneo, Antalya, por el que realizaba funciones de enlace comercial entre el Extremo Oriente y Europa. También contaban con un puerto en el mar Negro, Sinop. A partir de 1231, los asaltos mongoles asolaron el sultanato. La victoria mongola en la batalla de Köse Dağ (1243) fraccionó al sultanato (reducido a vasallaje mongol) en múltiples emiratos turcomanos, vasallos asimismo de los mongoles. Otros emiratos, situados en la frontera con los bizantinos, permanecieron independientes realizando la Guerra Santa a los griegos. Uno de estos emiratos occidentales, el de los osmanlíes, sería el núcleo originario del futuro Imperio otomano. Hacia 1276, los selyúcidas de Rüm perdieron de facto todo su poder, aunque nominalmente lo mantuvieron hasta 1307

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