Tarascón, tratado de



(1291) 

Pedro III, rey de Aragón reivindicó los derechos dinásticos que tenía al trono de Sicilia, tomando posesión en 1282, tras invadirla. Comienza así la expansión mediterránea de la Corona de Aragón  en oposición a la casa francesa de Anjou, apoyada por el Papado. La realidad es que a la muerte de Pedro III (1283), mientras su primogénito —Alfonso III — se convertía en rey de Aragón, su otro hijo, Jaime (que luego seria Jaime II de Aragón), pasaba a ser rey de Sicilia. Jaime resistió la oposición armada de Francia y el Papado, de modo que éstos acudieron al rey aragonés Alfonso III, hermano de Jaime, de quien arrancaron la firma del tratado de Tarascón (1291), sin contar con el rey siciliano. Aparte de otras humillantes condiciones, a cambio de revocar la investidura que el Papa había hecho del reino de Aragón a favor de Carlos de Valois y de levantarle la excomunión, Alfonso III aceptaba toda una serie de duras cláusulas: pago de un censo, organización de una cruzada a Tierra Santa y la obligación de requerir la salida de Sicilia a cuantos caballeros aragoneses apoyaban al rey Jaime, debiendo tratar de conseguir que éste abandonara la isla. 

La muerte de Alfonso III poco tiempo después, en el mismo año 1291, dejó sin efecto el contenido del tratado. El propio rey siciliano Jaime pasaba a ser rey de Aragón, pero era sucedido en Sicilia por su otro hermano Fadrique 

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