Filosofía patrística

El conjunto de proposiciones filosóficas -más bien teológicas- que se atribuyen a los padres de la Iglesia, esto es, a un grupo de escritores insignes dentro del cristianismo, pertenecientes normalmente a la jerarquía eclesiástica, a quienes se les concede este título de distinción por su vida y sus escritos, y que ejercieron sus enseñanzas durante los primeros siglos de la historia de la Iglesia cristiana. De esta época, que en principio abarca desde finales del s. I hasta mediados del s. VIII, se exceptúan los escritos canónicos, o libros que constituyen los libros sagrados del Antiguo y del Nuevo Testamento, aunque se incluyen los escritos de los padres apostólicos y de los apologistas. 

El término «patrística» corresponde, por tanto, al conjunto de estos escritores eclesiásticos, preferentemente ortodoxos, mientras que el de «patrología» se refiere al estudio de estos mismos escritos; de ellos se supone, según la tesis que mantienen los defensores de una filosofía cristiana, que contienen enunciados filosóficos propiamente dichos, aunque de origen y contenido cristiano. Transcurrida esta época, a los escritores eclesiásticos, incluidos los de mayor renombre, se les llama simplemente «doctores de la Iglesia». 

Se distinguen diversas etapas y ámbitos que dan lugar a diversas denominaciones: 

 a) Los Padres apostólicos (s. I y comienzos del II): aquellos escritores que alcanzan la generación de los apóstoles, y cuyos escritos no pasaron al canon bíblico y no necesariamente son posteriores a los escritos canónicos. Destacan como principales Clemente de Roma, Ignacio de Antioquía y Policarpo de Esmirna. Es dudosa la adscripción de la Didakhé a esta época. 

 b) Los Padres apologetas (s. II y comienzos del III): entregados a la defensa (apología) y justificación del cristianismo contra los ataques de filósofos paganos, entre los que destaca Celso, iniciando de esta manera no sólo un contacto con la cultura y filosofía griega ambientales, y luego un diálogo, sino también un ejercicio de razonamiento sobre cuestiones religiosas. Entre los apologistas que escriben en griego son célebres Cuadrato, Justino, Taciano, Atenágoras, el Pseudo-Justino, Teófilo de Antioquía y Hermias. Y entre los que escriben en latín, Minucio Félix y Tertuliano. Agustín de Hipona 

 c) Los Padres de la Iglesia: conjunto de escritores que, desde el s. III hasta el s. VIII (hasta Juan Damasceno [† 749], en oriente, y hasta Gregorio Magno [† 604] o Isidoro de Sevilla [† 636], en occidente) llevan a cabo sus enseñanzas en contacto relativamente íntimo con la cultura y la filosofía griegas, de modo que transmiten su pensamiento en términos y categorías propios de la filosofía de su época (el «platonismo medio»)

Se distingue entre padres de oriente y padres de occidente, que se diferencian, no sólo por la distinta lengua empleada (el griego ya acostumbrado a la especulación filosófica y teológica, y el latín con poca tradición filosófica y ninguna teológica), sino también por cierta actitud que puede describirse en general, para los padres griegos, como más abierta a la filosofía y al discurso racional, y más apegada a la peculiaridad y ortodoxia religiosa entre los padres latinos. Tertuliano expresa con rotundidad esta postura con su conocida frase: «Creo porque es absurdo». 


En oriente se distingue entre los Padres dos tendencias teológicas: la escuela de Alejandría y la escuela de Antioquía. En Alejandría destacan san Atanasio, Dídimo el Ciego, y los padres capadocios: Basilio de Cesarea, Gregorio de Nysa y Gregorio Nacianceno. Con esta escuela se relaciona también Orígenes. El influjo neoplatónico es claro en los escritos de estos padres de la Iglesia. En Antioquía, más influida por el aristotelismo, son importantes Diodoro de Tarso, Teodoro de Mopsuestia, san Juan Crisóstomo, Teodoreto de Ciro, etc. 

El siglo de oro, no obstante, de la patrística se extiende desde san Atanasio († 373) hasta el concilio de Calcedonia (451). A partir del s. VI disminuye la cantidad de escritores, pero algunos son todavía importantes como el Pseudo-Dionisio Areopagita, un anónimo escritor hacia el 500, Máximo Confesor, Sofronio de Jerusalén o Juan Damasceno, el llamado último gran padre de oriente. 


En occidente, a partir del s. III, con un marcado acento apologético y tendencias rigoristas, son importantes los nombres de Tertuliano, san Cipriano, san Hipólito, Novaciano, Lactancio, etc., si bien los más representativos son: san Ambrosio (340-397), san Jerónimo (342-420), autor de la versión de la Biblia llamada Vulgata, san Agustín (354-430) y el papa san León Magno (390-461). Otros escritores eclesiásticos notables fueron: Hilario de Poitiers, Paulino de Nola, Rufino de Aquilea y, ya iniciada la caída del imperio romano, san Gregorio Magno, Boecio, el filósofo de mayor importancia en este tiempo, Casiodoro senador, Cesáreo de Tours y Gregorio de Arlés. En el ámbito de la iglesia española, son de notar san Dámaso Papa, de probable origen español, Paciano de Barcelona, Gregorio de Elvira, Aurelio Prudencio y Pablo Orosio. En la iglesia visigótica del s. VI, que iniciaba su apogeo, son importantes san Martín de Braga, san Leandro de Sevilla, san Braulio de Zaragoza, san Quirico de Barcelona, san Ildefonso de Toledo y, sobre todo, san Isidoro de Sevilla († 636), símbolo del siglo de oro de la iglesia visigótica, autor de las Etimologías y último gran padre de occidente.

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