los sentidos de la Escritura

Un autor medieval, resumió las enseñanzas de los padres acerca de los sentidos de la Escritura proponiendo que podemos encontrar en ella cuatro sentidos: 

El sentido literal, el sentido alegórico, el sentido moral y el sentido anagógico.

El Catecismo de la Iglesia Católica ha recogido esta enseñanza y la propone del número 115 al 119. Ahí se nos explica que el sentido literal es el significado por las palabras de la Escritura y descubierto por la exégesis que sigue las reglas de la justa interpretación. Es lo que el autor ha querido decir, y es el sentido que sirve de fundamento a los demás. 

El sentido alegórico es el que nos permite adquirir una comprensión más profunda de los acontecimientos, reconociendo su significación en Cristo; así el paso del mar Rojo es un signo de la victoria de Cristo y por ello del bautismo. Este sentido no es, como algunos pudieran creer, un sentido arbitrario, que se pone según el capricho del que lee, sino el de quien, iluminado por la fe, sabe descubrir a Cristo en toda la Escritura. Algunos piensan que se trata de algo así como los carros alegóricos de los carnavales, y han olvidado que en realidad alegoría viene del griego y significa lo otro, en este caso el otro sentido que se contiene en la letra de la Escritura. 

El sentido alegórico es el que se descubre cuando en la letra se descubre el misterio de Cristo. 

El sentido moral indica que los acontecimientos narrados en la Escritura pueden conducirnos a un obrar justo. Esto es que si hemos descubierto el misterio de Cristo, a través del sentido alegórico, hemos también de vivirlo. Lo que nos indica cómo vivir el misterio es el sentido moral. Así podremos comprender que la moral cristiana no es simple colección de reglas sobre qué hacer o no hacer, sino ante todo vida, vida espiritual que surge de la fuente de la vida, Jesucrito Nuestro Señor que nos ha donado su Espíritu. 

 Finalmente, el sentido anagógico es aquel por el cual podemos ver realidades y acontecimientos en su significación eterna, que nos conduce hacia nuestra patria (el cielo) así, la Iglesia en la tierra es signo de la Jerusalén celeste. En otras palabras, el sentido anagógico es el que nos enseña que nuestra meta no está en este mundo, sino que vamos de camino a la casa del Padre, en la eternidad. Este sentido es el que nos anima y el que orienta nuestra esperanza.

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