El arte de la vidriera en la catedral de León
La catedral de León es conocida sobre todo por su conjunto de vidrieras, quizás el más importante del mundo junto con el de la catedral de Chartres. Conservadas la mayoría de las originales, hecho extraño en catedrales de esta época, fueron construidas entre los siglos xiii y xvi. La técnica de la vidriera tiene su origen, según se cree, en la cultura musulmana. De ella fue tomada por el arte cristiano, que los utilizó desde el siglo xi para alcanzar su auge dos siglos más tarde. En el siglo xvi entró en una total decadencia, y más tarde, con la pérdida de interés por lo medieval, los vitrales fueron eliminados de muchos templos. Esto, junto con la fragilidad propia del vidrio, es la causa de que se conserven tan pocas colecciones
En su época de esplendor no se tenían como meros elementos decorativos, sino que eran una parte fundamental de edificio. La técnica del arbotante permitía prácticamente eliminar los muros como elemento de sostén, por lo que se podían perforar para abrir grandes ventanales, que recubiertos con vidrieras, daban al templo una mágica apariencia. En este sentido, la catedral de León fue uno de los edificios que más metros cuadrados dedicó a la creación de vanos para vidrieras en proporción a su tamaño. En metros cuadrados se distribuyen de la siguiente manera: 464 metros en su parte baja, 282 en el triforio y 1.018 en la zona superior, lo que hace un total de al menos 1.764 metros cuadrados de superficie, según las mediciones de Demetrio de los Ríos.
El conjunto cuenta con 134 ventanales y 3 grandes rosetones. Esta enorme superficie cobra mayor importancia debido a las dimensiones contenidas de la catedral.
No obstante, parece ser que entre los siglos xv y xvi fueron tapiados parte de los ventanales inferiores (de las que solo se conservaron las partes superiores y las rosas originales) y del triforio para dar mayor consistencia al edificio por sus problemas constructivos, si bien estas zonas acristaladas fueron recuperadas en las restauraciones de finales del siglo xix por Demetrio de los Ríos y Juan Bautista Lázaro con la creación de otras nuevas, usando la técnica constructiva medieval.
Programa iconográfico
Pese a todo, se conserva el programa iconográfico original, el cual estaba pensado de forma tripartita, en función del pensamiento de la sociedad medieval. Los ventanales altos o claristorio, constan de escenas bíblicas, representando el cielo. Los ventanales medios o triforio, constan de escudos nobiliarios y eclesiásticos, representando a la nobleza. Los ventanales inferiores de las naves laterales, constan de representaciones vegetales, representando la tierra, y de tareas mundanas, representado a los hombres "pecheros".
En las ventanas altas o claristorio, hay distinta temática en función de si es el lado norte o el sur. Los ventanales del lado norte, que reciben menos luz, tienen tonos más fríos y su temática del Antiguo Testamento destaca que aún no han conocido la luz Cristo. Los del lado sur, más luminosos, representan el Nuevo Testamento y presentan colores más cálidos.
El triforio de la catedral de León también está perforado con ventanales exteriores que incluyen vidrieras, tapiadas durante la Edad Moderna y recuperadas durante las restauraciones del siglo xix, momento en el que se crearon nuevas vidrieras que respetaban el conjunto iconográfico original, en este caso, todas las vidrieras del triforio son representaciones de escudos reales y nobiliarios, además de ciudades españolas.
Momentos constructivos
Se puede clasificar el estilo de las vidrieras en función de su momento constructivo. Habría tres épocas principales:
Vidrieras góticas
Realizadas en los siglos xiii, xiv y xv. Son la inmensa mayoría de las vidrieras de la catedral, destacando sobre todo las de la parte alta. Se realizaban con pequeños trozos de cristal de colores que se componían y emplomaban.
Vidrieras renacentistas
Realizadas en la primera mitad del siglo xvi. Su estilo es muy diferente, siendo más una pintura sobre vidrio que una composición, y también son de gran calidad. Destacan algunas de las capillas de la girola y las de la capilla de Santiago. Durante los siglos posteriores, no se realizaron nuevas vidrieras, debido a la decadencia de este arte, y los maestros vidrieros se dedicaron a duras penas a mantener los existentes.
Vidrieras neogóticas
Realizadas a finales del siglo xix durante las grandes restauraciones por maestros vidrieros al estilo medieval, imitando las de estilo gótico. Su trabajo fue tan concienzudo que es muy difícil distinguir a simple vista las realizadas en esta época a las realizadas en época medieval. Corresponden a la mayoría de las del triforio y las partes inferiores de las vidrieras de las naves laterales, además del rosetón del sur. Aparte, se realizó una gran restauración de todas las vidrieras del templo, deterioradas con el paso de los siglos, recomponiendo los vidrios rotos o perdidos.
Se cree que una vidriera, llamada "la cacería", no fue hecha para el edificio y procede de un palacio real. Puede verse en el muro norte de la nave central. Es el quinto gran ventanal superior comenzando a contar por los pies de la iglesia. Su nombre alude a los distintos jinetes y hombres armados dispuestos para la caza que en ella puede verse. Además, contiene otras escenas que representan algunas ciencias, entre ellas la de la alquimia, ciencia medieval con la que se creía relacionada a los constructores de catedrales.
Junto con la cacería, otras vidrieras del siglo xiii, más o menos restauradas, se diseminan por los ventanales, destacando las rosas situadas en los ventanales de las capillas del ábside. Destaca también aquí, por su originalidad, la vidriera de Simón el Mago, de temática profana. También destacan las apariciones de reyes en los ventanales, sobre todo Alfonso X el Sabio, en cuyo reinado se inicia la catedral.
De espectacular efecto por sus brillantes tonos azules son los ventanales más altos de la nave central en el lado norte, sobre todo encima del coro, realizadas a principios del siglo xiv.
El gran rosetón occidental se realizó a finales del siglo xiii, y fue bastante restaurado a finales del siglo xix. En su centro, aparece la Virgen con el Niño, rodeado por doce ángeles a su vez sucedidos por motivos ornamentales.
Frente a este gran rosetón occidental, al otro lado de la iglesia, en el centro del ábside, se alza en "árbol de Jesé", realizado en la misma época, representando el árbol genealógico de Cristo.
El rosetón del lado norte es del mismo período, aunque con añadidos del siglo xv. En el centro aparece Cristo, rodeado por doce formas de rayos de luz, a su vez rodeadas por doce músicos.
El rosetón del sur fue realizado en su totalidad a finales del siglo xix, debido a la pérdida del anterior con motivo de los cambios de fachada. Es una copia de los motivos temáticos del lado norte, esta vez con la Virgen presidiendo el centro rodeado por los rayos de luz y los músicos.
A partir del siglo xvi, el arte de la vidriera empezó a decaer, y se transformó en poco más que pintura sobre vidrio. Las grandes restauraciones del siglo xix, dejando de lado cierta falta de rigor, tuvieron el valor de resucitar temporalmente la técnica medieval de su elaboración, hasta entonces caída en el olvido.
Es importante también el efecto día en las vidrieras, teniendo en cuenta que en sol sale por el este (vidrieras del ábside), ilumina las naves (durante el día) y se pone por el oeste (rosetón occidental), por tanto la incidencia de la luz en los ventanales va a variar según en momento del día. El brillo de las vidrieras puede cambiar también en función de la meteorología, entrando más cantidad de luz en los días más luminosos y menos en los más oscuros o nublados.
Si las vidrieras son objetos signos de ser admirados como unidades aisladas, su efecto en conjunto con la arquitectura ojival hace de esta catedral una de las construcciones más espirituales jamás diseñada.